La carrera de dominación de América Latina y otras regiones del mundo por parte del imperialismo norteamericano, tiene como una primera etapa desde 1880 a 1933, época en la que iguala a la producción industrial inglesa y después de un periodo corto de 14 años llega a duplicarla. La acumulación de capital es uno de los factores claves para entender esta necesidad de dominación, de esta manera tratan por medio de la diplomacia de imponer sus intereses. Al no poder conseguir estos objetivos por la vía de la persuasión, recurren al empleo de la fuerza, desempeñando brutales campañas. La invasión y el genocidio, es una política de estado que acrecienta su insaciable apetito de consumo. Pero no todo les es fácil, tienen que lidiar con los brotes revolucionarios de países como México, Nicaragua, Republica Dominicana, Haití, entre otros. El triunfo de la revolución antimperialista mexicana junto con la revolución bolchevique, hace que el socialismo y el comunismo, se convierta en un peligro inminente para los intereses imperialistas. En la segunda etapa de dominación del imperio entre los años de 1934 y 1959, EE.UU. comienza a consolidar su hegemonía, empleando políticas “pacíficas” de integración económica. Una muestra de esto es lo que Roosevelt llamó de “buena vecindad”. En esta etapa Estados Unidos, inicia un contrataque dirigido a la destrucción de los “movimientos nacionalistas”, que antes eran tolerados. Se desata una ola de persecuciones en contra de las organizaciones sociales y movimientos comunistas. Con la creación de organizaciones como la ORIT (Organización Interamericana Regional del Trabajo) y manejando un discurso que apela a la falsa “mejora de las condiciones laborales y el modelo de vida”, pretenden acabar con las organizaciones de obreros. Los hegemones están íntimamente involucrados en la censura de hechos de corrupción y chantaje a manos de los servidores públicos y privados. Otra forma de dominación ideado, son el aparecimiento de las empresas multinacionales que comienzan a invadir y a acabar con las empresas latinoamericanas. Este modelo hegemónico, a más de influir en el pensamiento de las burguesías de los países latinoamericanos, establece un sistema de exclusión racial, de clase y xenófobo atroz, en contra de las minorías étnicas. Muchas de estas visiones introducidas con la ayuda de la industria cinematográfica de Hollywood, la radio y la televisión. Esta última etapa de conquista que va desde 1960 hasta la actualidad se caracteriza por la crisis y la decadencia que va mostrando el imperialismo, cada día va perdiendo fuerza. Derrotas como las perpetradas en Vietnam y gestas heroicas como las realizadas en Cuba, dan cuenta de que si es posible enfrentarse al monstruo del norte. El surgimiento de la sociedad cubana, superando muchas dificultades y aun con el bloqueo económico impuesto, dan cuenta de esto. El surgimiento de una conciencia social en los países latinoamericanos que se levanta sobre los fracasos de las políticas imperialistas, es otro índice de esta decadencia del modelo consumista. Solo es cuestión de tiempo, para que el imperio caiga por acción de su propio modelo.
sábado, 24 de noviembre de 2007
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